comparación
de los efectos genotóxicos en 3 bioensayos, usando plantas,
animales y células de humanos.
El
objetivo último de los estudios de toxicología ambiental
es obtener conocimiento sobre posibles peligros hacia la salud humana
o en otros sistemas de prueba lo más similares posibles,
como son los animales. Sin embargo no siempre es esto posible por
razones económicas y por lo tanto, uno de los propósitos
era el de demostrar que sistemas de plantas pueden ser tan eficientes
como los de humanos o animales.
En
las últimas tres décadas se han desarrollado un gran
número de bioensayos de corto plazo que evalúan el
potencial genotóxico de los químicos ambientales y
algunos autores hacen un resumen de cómo ha ido evolucionando
el desarrollo de los mismos (Brusick y col., 1992; Malling, 2004;
Zeiger, 2004). En estos ensayos se emplea un gran número
de organismos, desde virus hasta animales de laboratorio y células
de humano. Considerando que la mayoría de los bioensayos
de forma individual no detectan los diferentes tipos de daños
genéticos, causados por diferentes sustancias químicas,
se deberán usar baterías de prueba que proporcionen
una evaluación más completa y se puedan determinar
los efectos de una gran variedad de sustancias con diferente mecanismo
de acción. A manera de ejemplo, uno de los bioensayos más
usados mundialmente es el de Ames, pero este no es capaz de determinar
genotoxicidad por metales o algunos otros compuestos y por lo tanto,
cuando se sospecha la presencia de metales, además de otros
mutágenos, se tendrá que usar en forma combinada con
otro bioensayo (Rossman y col., 1984, 1985; Houk y DeMarini, 1987;
DeMarini y col., 1991).
De entre varios sistemas de prueba, las plantas superiores ofrecen
muchas ventajas para la evaluación de la posible acción
mutagénica de químicos ambientales y para monitorear
riesgos a la salud en sitios incontrolados de disposición
de desecho (Redei, 1980; Nilan y col., 1981; Grant, 1982; Ma, 1982a,
1982b; Plewa, 1982; Ma, 1983; Rodríguez y col., 1997; Grant,
1998; Grant, 1999; Ma y Col., 2005). Las plantas, como los animales,
son eucariontes y contienen ADN con características muy similares.
Los sistemas vegetales que detectan daño cromosómico
como punto final, tienen una alta sensibilidad hacia clastógenos,
así como resultados muy congruentes con los obtenidos con
otros ensayos (Rodríguez y col., 1997; Ma y col., 2005).
Los eritrocitos periféricos de ratón y cultivos de
linfocitos humanos también han sido usados para determinar
daño cromosómico en poblaciones humanas expuestas
a medios ambientes peligrosos (Fenech y Morley, 1985; Bukvic y col.,
1998; Ma y col., 1995; Falck y col., 1997; Fenech, 1997; Kubiak
y col., 1999). Para una mejor determinación de riesgos es
apropiado probar mezclas complejas tal y como existen en el mundo
real, donde cada químico puede modificarse a medida que interactúa
con algún otro. En las condiciones reales de exposición
las sustancias químicas no actúan individualmente
sino que se encuentran en forma de mezclas.
En
resumen, el presente estudio fue diseñado para: (1) comparar
resultados obtenidos con sistemas diferentes, que utilizan células
muy parecidas, desde el punto de vista de las características
de su ADN y (2) estudiar efectos de sinergismo ó antagonismo
de los químicos en una mezcla.
Material
y métodos
Se utilizaron
3 sistemas de prueba: inducción de micronúcleos en
tétradas de Tradescantia (Trad-MCN), inducción de
micronúcleos en sangre periférica de ratones (Mus-PEMN)
e inducción de micronúcleos en linfocitos de sangre
Continua... |
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