ENERO- JUNIO DE 2005
 
   
menu.gif

 

comparación de los efectos genotóxicos en 3 bioensayos, usando plantas, animales y células de humanos.

El objetivo último de los estudios de toxicología ambiental es obtener conocimiento sobre posibles peligros hacia la salud humana o en otros sistemas de prueba lo más similares posibles, como son los animales. Sin embargo no siempre es esto posible por razones económicas y por lo tanto, uno de los propósitos era el de demostrar que sistemas de plantas pueden ser tan eficientes como los de humanos o animales.

En las últimas tres décadas se han desarrollado un gran número de bioensayos de corto plazo que evalúan el potencial genotóxico de los químicos ambientales y algunos autores hacen un resumen de cómo ha ido evolucionando el desarrollo de los mismos (Brusick y col., 1992; Malling, 2004; Zeiger, 2004). En estos ensayos se emplea un gran número de organismos, desde virus hasta animales de laboratorio y células de humano. Considerando que la mayoría de los bioensayos de forma individual no detectan los diferentes tipos de daños genéticos, causados por diferentes sustancias químicas, se deberán usar baterías de prueba que proporcionen una evaluación más completa y se puedan determinar los efectos de una gran variedad de sustancias con diferente mecanismo de acción. A manera de ejemplo, uno de los bioensayos más usados mundialmente es el de Ames, pero este no es capaz de determinar genotoxicidad por metales o algunos otros compuestos y por lo tanto, cuando se sospecha la presencia de metales, además de otros mutágenos, se tendrá que usar en forma combinada con otro bioensayo (Rossman y col., 1984, 1985; Houk y DeMarini, 1987; DeMarini y col., 1991).
De entre varios sistemas de prueba, las plantas superiores ofrecen muchas ventajas para la evaluación de la posible acción mutagénica de químicos ambientales y para monitorear riesgos a la salud en sitios incontrolados de disposición de desecho (Redei, 1980; Nilan y col., 1981; Grant, 1982; Ma, 1982a, 1982b; Plewa, 1982; Ma, 1983; Rodríguez y col., 1997; Grant, 1998; Grant, 1999; Ma y Col., 2005). Las plantas, como los animales, son eucariontes y contienen ADN con características muy similares. Los sistemas vegetales que detectan daño cromosómico como punto final, tienen una alta sensibilidad hacia clastógenos, así como resultados muy congruentes con los obtenidos con otros ensayos (Rodríguez y col., 1997; Ma y col., 2005). Los eritrocitos periféricos de ratón y cultivos de linfocitos humanos también han sido usados para determinar daño cromosómico en poblaciones humanas expuestas a medios ambientes peligrosos (Fenech y Morley, 1985; Bukvic y col., 1998; Ma y col., 1995; Falck y col., 1997; Fenech, 1997; Kubiak y col., 1999). Para una mejor determinación de riesgos es apropiado probar mezclas complejas tal y como existen en el mundo real, donde cada químico puede modificarse a medida que interactúa con algún otro. En las condiciones reales de exposición las sustancias químicas no actúan individualmente sino que se encuentran en forma de mezclas.

En resumen, el presente estudio fue diseñado para: (1) comparar resultados obtenidos con sistemas diferentes, que utilizan células muy parecidas, desde el punto de vista de las características de su ADN y (2) estudiar efectos de sinergismo ó antagonismo de los químicos en una mezcla.

Material y métodos
Se utilizaron 3 sistemas de prueba: inducción de micronúcleos en tétradas de Tradescantia (Trad-MCN), inducción de micronúcleos en sangre periférica de ratones (Mus-PEMN) e inducción de micronúcleos en linfocitos de sangre

Continua...