frío
intenso o una elevada acidez. La bacteria expuesta a una acidez
alta, pero no letal, adquiere una termorresistencia que no se observa
en los cultivos no tratados. Cuando se presentan condiciones para
la adhesión y colonización de bacterias, incluso patógenas,
sobre las superficies del equipo en una planta de alimentos, manifiestan
igualmente en tal condición, una tolerancia incrementada
al efecto de los germicidas de uso común en la industria
y que son del todo confiables cuando se aplican en los microorganismos
suspendidos en el agua o en los alimentos. Este cambio nos genera
problemas para inactivarlos en los alimentos y en el equipo usado
para su fabricación. Otro ejemplo lo encontramos en el V.
cholerae, la bacteria causante del cólera humano. Por mucho
tiempo se consideró que este padecimiento resultaba de la
ingesta del germen en el agua o en los alimentos. Por tratarse de
una antroponosis, estos se contaminarían únicamente
a partir de materia fecal de individuos portadores del vibrio, enfermos
o no. Desde luego que este es el mecanismo más corriente
de transmisión del cólera. Pero ahora se sabe que
el patógeno puede vivir libremente en el ambiente marino,
al margen de la contaminación fecal humana. Y también
en este caso, según observamos en
estudios realizados en nuestro laboratorio (Castro y Fernández
2002), el germen adherido y colonizante en los caparazones de crustáceos,
adquiere una mayor resistencia al tratamiento térmico. En
otras palabras, para controlar este peligro se necesitan tratamientos
térmicos más severos que cuando el microorganismo
se encuentra libremente suspendido en el agua o en esos productos.
Epílogo
Cuando
la investigación científica se inserta cabalmente
dentro de un compromiso social para promover el desarrollo y bienestar
de las comunidades, se constituye en un motivo legítimo de
satisfacción y enorgullecimiento. Pero, desde otro ángulo,
no tiene porque verse como un escaparate para lucimiento de una
institución. Menos aún de los investigadores.
De
ninguna manera entre quienes trazan las políticas nacionales
de desarrollo. De ahí que toda aportación o esfuerzo
que se haga a favor del fomento de la ciencia y la investigación
científica, sea por parte del gobierno, de las empresas,
de las instituciones de educación superior o de cualquier
otro tipo, debe ser reconocida, aplaudida y estimulada.
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