Calavera

Silverio Sergio Federico Lara



¡Ah! Huesuda desdichada
qué lástima me das;
toda flaca y maltratada,
en tu túnica enrollada,
con la boca desdentada,
qué lástima me das.

Vagarás eternamente
sola y sin amor
¿Quién podría quererte?
sólo causas dolor.

Mi vida, apenas comienza;
estoy tranquilo y en paz;
por eso cuando en ti pienso
no trato de huir,
sólo se me ocurre decir:
qué lástima me das.